Periodistas


Son los primeros en llegar. Según se cree, obsesionados por la lógica urgente de la noticia. Pero como en el ejercicio de la profesión hay variantes, en el abanico de posibilidades aparecen los que se acomodan a los poderes de turno y los comunicadores populares, los amarillistas y los que se juegan por la verdad, sin cansarse jamás de chequear fuentes, de ir más allá y sobretodo, de respetar la dignidad humana. Los que se ubican a la sombra de los poderosos y los que no dudan en bajar al llano para hacer oír la voz de los que no la tienen, los que son cómplices de los abusos y los que se animan a la denuncia.

En tiempos de monopolios informativos y del derecho a la información pisoteado por pantallas calientes y de falsas nuevas voces, perduran sin embargo las viejas esperanzas de un periodismo comprometido, al servicio de la verdad y la justicia. Por eso valga el recuerdo de Rodolfo Walsh, un grande que en tiempos oscuros clamaba desde la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA): "Rompa el aislamiento, vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad".



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