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Mostrando entradas de 2009

Mañana desteñida en tecnicolor

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Con los primeros rayos, la ciudad se viste de amarillo mientras un coro de radios afónicas le pone banda de sonido a la mañana. Llega el diario dejando un suspiro de tinta fresca en el camino. Un perro color canela ladra en algun lado. Un despertador rojo suena en una casa vecina. Los chicos remolonean en la cama. Al padre se le queman las tostadas. Hora de irse. Rumbo al centro, una seguidilla de autos perezosos se desplazan haciendo sonar bocinas de tonos pálidos que se pierden entre los colores de los semáforos y los bostezos celestes de los colegiales repasando la lección. Un empleado de Crese recoge las basuras y un sereno de edificio se prepara para dormir el sueño de las aves nocturnas. Los chicos en la escuela ya cantan el Aurora. El super ya abrió. Doña Rosa baldea alguna vereda de mosaicos rojos. A esta hora, mas que amarilla, la ciudad está tirando a color cremita. Es lunes, che. Que fiaca.

Margarita

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Gerardo le sostiene la mano y le susurra palabras tranquilizadoras al oído. Aunque el agua avance y la casa esté perdida en medio de un espejo infinito. El muchacho le dice que en cualquier momento llegará el helicoptero de la Gobernación y que estarán a salvo. Se lo dice aferrándole el hombro con su mano nudosa y eso le basta a Margarita para recordar al padre de Gerardo, Ricardo, quien fue el único que con ese sólo gesto podía trasmitirle fortaleza, serenidad y hasta una pasión incontrolable.Los ojos se le humedecen y no encuentra palabras para explicarle al muchacho que no es la creciente ni la oscuridad que ya está cayendo sobre el lugar, lo que está llamando al llanto.Gerardo la abraza con ternura y Margarita cierra los ojos. Es el brazo de Ricardo que me sostiene el chal para la foto. Pura fibra en sus brazos fornidos. Y ya estamos en la ciudad y son sus amigos los que nos prepararon la despedida de casamiento. Yo, yo no conozco a a nadie si yo vengo del campo sin más que Ri

Catalina sueña

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Catalina sueña con la felicidad. Todo el tiempo sueña y cuando cierra los ojos, piensa cuando, cuando, cuando. No se da cuenta pero ese cosquilleo que le sube por la punta de los dedos ya es un poco de felicidad adelantada. Cuando, cuando, cuando, se repite una y otra vez. Cuando exhala con un último suspiro que se le escapa por la ventana abierta. Cuando, tantas cosas, piensa. Un lugar. Un hombre. Un niño de cachetes arrebolados. Cuando, cuando, cuando. Dale felicidad, vénite. Que la ventana está abierta y el corazón ya late apasionado. Así dice, Catalina, la que sueña. Con los ojos abiertos y la ventana de par en par...

Acerca de la voluptuosidad del cine italiano

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A la mañana, feria de frutas y verduras bajo una fresca llovizna otoñal. "Es el cielo que llora", dice Don Antonio mientras me pesa dos tomates y una planta de lechuga para la ensalada que comeré a las corridas. Venzo mis ganas de dormir la siesta y enfilo para el turno extra en el trabajo que culminará a media tarde con un paquete de caramelos de menta frente a la pantalla del viejo Cine club. Afuera llueve y para mitigar tanta "nostalyia" pienso que un poco de voluptuoso cine italiano le dará calor a esta tarde gris. Voluptuoso como las curvas de Sophia y los ojos picaros del gran Marcello. Pero algo está fallando en la patria de los spaguettis y del calcio. Ya voy por la mitad de los caramelos cuando Sophia se ha convertido en una mujer desesperada a la búsqueda de su esposo que ha partido a la Guerra. Mientras tanto, centenares de púberes soldados italianos mueren de frio en las heladas tierras de Rusia al mismo tiempo que il Duce y el Furher sellan una coalisió